Este era un roble precioso, frondoso, con millones de miles de ramas, de hojas preciosas y de frutos de miles de colores.
El roble vivía desde hacía muchos muchos millones de miles de años en un fantástico bosque. Y digo fantástico, porque el bosque estaba encantado.
Los niños iban al bosque cuando salían del cole, y siempre miraban al roble asustados. Un día, uno de ellos, estaba agotado, se sentó junto a su tronco, y durmió una siesta allí apoyado, al despertarse el roble le abrazaba con dos de sus ramas:
-hola pequeño cómo te llamas?
-Juan-dijo el niño asustado.
-No te asustes Juan, mi nombre también es Juan.
Juan miró a su alrededor y no vio a sus amigos. Intentó levantarse pero era incapaz de hacerlo, era como si su espalda estuviese pegada en el suelo.
-No temas Juan, quédate aquí y ya está.- le dijo el Roble amable.
Juan trató de defenderse con uñas y dientes, se retorcía, intentando soltarse del árbol y hasta le hizo daño, cortó un trozo de una rama y se lastimó la mano.
-Déjalo Juan, quédate aquí y ya está- le decía el Roble enorme.
Juan cansado dejó de intentar escapar. Cuando ya estaba tranquilo, miró a su alrededor y vio a sus amigos jugando, !estaban justo a su lado! pero ¡no podían verle! Les gritó:
-chicos, !estoy aquí! !Venid!
Pero sus amigos seguían jugando sin mirarle ¡no podían escucharle! Juan de nuevo, dejó de gritarles y se calmó, simplemente les observaba. Entonces sucedió algo mágico. Juan empezó a ver a sus amigos de verdad. Descubrió la risa de Matías, la alegría de Tomás, la fuerza de Jeremías. Nunca antes se había fijado en los amigos tan maravillosos que tenía. Y entonces sucedió algo más mágico aún de lo que hasta ahora estaba viendo. Juan !se empezó a ver a él mismo! jugando con sus amigos a unos metros de distancia de dónde estaba tumbado junto al Roble Milenario. Estaba allí, feliz, jugando con sus amigos, y a la vez seguía tumbado junto al Árbol Enrome. Se empezó a ver más alto de lo que creía, más fuerte de lo que sentía, más especial de lo que se veía. Y rió con ganas apoyado junto al Roble Milenario.
En ese instante las ramas le soltaron.
-Juan, ése eres tú, recuérdalo siempre-Le dijo el Roble Milenario.
Desde ese día el Roble Milenario está siempre rodeado de niños.
Y colorín aterciopelado esta mágica historia vive dentro de todos los árboles de todos los parques y bosques, siempre que quieras escucharla, claro.
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Las Chamanitas en Creando tu realidad
Hace 12 años
Un bello cuento!! Felicidades por el blog
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